De Habich: Curarse en salud
El martes de la semana pasada en la noche la noticia corrió veloz y nos sorprendió: la hasta entonces Ministra de Salud, Midori de Habich, renunciaba al cargo y la sucedía en el mismo Anibal Velásquez Valdivia. Pero De Habich no dejaba la cartera en un escenario de serenidad, sino, por el contrario, en un período de inestabilidad y con una moción de censura en el Congreso de la República a punto de ser aprobada.
Se ha mencionado ya en diversos espacios que la salida de De Habich era impostergable y que su renuncia vino con la motivación de mantener el control sobre la situación en lugar de ser “renunciada” al día siguiente en el Congreso. Los votos para lograrlo habían sido ya alcanzados en el parlamento. Su salida ha sido saludada por representantes de la Federación Médica y por diversos congresistas, sin embargo, resultaría ingenuo pensar que el gobierno ha dado pasos hacia un viraje de la política de salud.
Hay que reconocer el papel fundamental del gremio médico en la salida de la ex ministra. La huelga médica ha sido la movilización más larga en lo que va del gobierno (150 días) y ha sido una medida que ha obligado no sólo al gobierno a dialogar, sino que también consiguió que varios congresistas se plegaran a los reclamos, lo cual fue evidenciado en la moción de censura presentada contra la ministra. Pero el pliego de reclamos del gremio excedía los asuntos presupuestales (salariales y de infraestructura) y este es el punto neurálgico en el cambio en el sector.
En diversas ocasiones, especialistas, analistas de espacios civiles como Forosalud y autoridades del gremio han expresado su rechazo a la visión que subyace a la reforma en el sector salud. La ahora ex ministra es una tecnócrata que proviene de USAID y su propuesta e idea defendida respecto a las mejoras en el sector era la creciente privatización de los servicios públicos de salud. En Otra Mirada hemos señalado en diversas oportunidades el riesgo que esta visión privatista supone para el acceso y la calidad de la salud pública. No sólo no existe evidencia de que la gestión privada en salud resulte más eficiente que la pública, sino que, por el contrario, puede terminar por constituir una amenaza a un sistema que debiera ser gratuito e igualitario en acceso y de calidad para todos los ciudadanos.
El día de su salida, De Habich afirmó que estaba convencida de que su sucesor continuaría la reforma en el sector como habían venido desarrollándola durante su gestión. Velásquez Valdivia, quien fue viceministro de De Habich desde septiembre, tiene entonces la posibilidad de mantener el timón del barco en la misma dirección de su antecesora y, por tanto liderar un proceso contra el cual diversos actores y fuerzas sociales y políticas se manifiestan, o dialogar y consensuar.
Es lógico suponer que si la salida de De Habich estuvo relacionada con el rechazo frente a su política privatizadora en el sector, el próximo ministro tenga la astucia política y sentido común de, no sólo disminuir la velocidad del proceso, sino virarlo con miras a realizar una reforma integral de salud que contemple al Estado como principal implicado ya que la salud es un derecho de todos y, por tanto, una responsabilidad plena que tiene el Estado para con sus ciudadanos. El escepticismo se mantiene, pero desde Otra Mirada nos sumamos a la demanda de los médicos por una salud de calidad, gratuita y pública para todos los peruanos.