Chile: del sistema previsional fallido al negocio de las AFP
Crismar Lujano / Celag
En los países donde ganan las corporaciones, siempre pierden los pueblos. El sistema económico de Chile es un buen ejemplo de esta realidad expresada en muchas de sus políticas sociales y comerciales. Políticas que han transformado derechos fundamentales en lucrativos negocios. Este es el caso de la protección social a los jubilados. Los chilenos exigen pensiones dignas, sin embargo el sistema previsional del país se ha convertido en una perversión insignia del modelo económico instaurado durante la dictadura militar de Augusto Pinochet.
Aunque el régimen dictatorial terminó hace más de un cuarto de siglo, el período de transición a la democracia no ha sido capaz de desmontar una de las políticas neoliberales más representativas de Pinochet. Se trata de las Administradoras de Fondos de Pensiones, mejor conocidas por sus siglas: AFP. El sistema de ahorro forzoso fue creado en 1980 por José Piñera, para entonces Ministro del Trabajo del ex dictador, y se impuso sin consulta popular y de forma obligatoria a la mayoría de los trabajadores, salvo los militares, quienes prefirieron mantener un sistema de jubilación aparte. Este hecho marco un hito en el Chile de Pinochet, que bajo la influencia de los Chicago Boys, convirtió al país latinoamericano en uno de los precursores de la privatización de la seguridad social a nivel mundial.
Funcionamiento del sistema previsional
El modelo de pensiones chileno parece rentable: a lo largo de su vida activa laboral, los ciudadanos depositan el 10% de su sueldo en forma de ahorros de jubilación a cuentas que, bajo una lógica de capitalización individual, son gestionadas por estas entidades privadas del sector financiero agrupadas en las AFP. Una de las principales características de este sistema privado de pensiones es que los fondos no pueden ser retirados hasta el día de la jubilación. Gracias a esto, el empresariado puede utilizar a su antojo los recursos provenientes del ahorro forzoso de años de trabajo como capital a favor de otras empresas sin que ello genere algún tipo de beneficio a modo de interés al pensionado.
Otra particularidad de las AFP es que el monto de la pensión de cada beneficiario es indefinido, es decir, dependerá de los años cotizados y de la rentabilidad de los fondos y no de una cuota fija. En este sentido, se estima que el 60% de las personas que cotiza por un período de al menos 30 años en las AFP, recibirá una pensión inferior al actual salario mínimo chileno.
De acuerdo con un informe de la Superintendencia de Pensiones de Chile, al 31 de mayo de 2016 el valor de los ahorros de esas cuentas alcanzó los USD 171.089 millones, registrando así un aumento del 6,2% con respecto el mismo período del año anterior. Sin embargo, de los 10 millones de trabajadores afiliados al sistema, más de un millón están jubilándose y no están contentos con el monto de pensión que reciben: USD 300 en promedio. Además, según datos de la Fundación Sol, de 336 mil pensiones de retiro programado para este año, el 91,5% percibirá un monto menor o igual a los 231 dólares, lo que equivale al 62% del salario mínimo nacional, situación que deja en completo abandono a quienes han trabajado durante toda su vida, y deben seguir haciéndolo para poder sobrevivir.
Se trata de un escenario alarmante, más aún si se piensa que en los próximos años el 72% de los afiliados que tienen entre 60 y 65 años, edad legal de jubilación, acumula menos de USD 45.000 en su cuenta individual. Esto significa que sus pensiones ascenderían apenas a unos USD 220 mensuales, que hoy día en Chile no alcanza ni siquiera para alquilar una habitación. A esto habría que agregarle las pretensiones de subir la edad de jubilación y de incrementar las tasas de ahorro individual, medidas que expertos advierten podrían devenir en una catástrofe social de no mediar un cambio radical del sistema previsional.
Las cuentas no cuadran
Pese a que hoy están totalmente ilegitimadas por la mayoría ciudadana, las AFP se convirtieron en un negocio redondo para la clase empresarial chilena. A pesar de los bajos salarios y la relativamente baja tasa de cotización, el año 2014 las administradoras registraron ingresos por más de USD 10.300 millones por concepto de cotizaciones de trabajadores. Sin embargo, en el mismo año, se registró un gasto de apenas USD 4.200 millones para pagar pensiones. En este sentido, es necesario remarcar algunos datos contextuales:
1- Mientras un trabajador promedio percibirá una pensión inferior a un sueldo mínimo mensual, las AFP generan beneficios diarios por el orden de USD 1.500 por jubilado.
2- De los fondos acumulados del ahorro forzoso, sólo un tercio es utilizado para pagar a los pensionados.
3- El resto del dinero cotizado es:
•Gastado en las comisiones de las AFP por prestación de servicios.
•Invertido en grandes empresas chilenas y extranjeras para duplicar sus millonarias ganancias.
¿Quiénes se llenan los bolsillos?
Una vez desvelado cómo se teje el negocio de las AFP, resta por preguntar cuáles son esos negocios capitalizados con el dinero de todos los trabajadores chilenos.
Las Administradoras de Fondos de Pensiones invierten más de USD 6.500 millones en al menos siete compañías del grupo Luksic, un consorcio empresarial chileno que controla un importante número de firmas líderes en diferentes sectores que van desde la minería, industria y alimentos hasta las telecomunicaciones. Otros USD 4.500 millones son invertidos en nueve empresas del grupo Matte, que es el tercer holding más grande de Chile según la revista Forbes de 2014. Por otro lado, a la multinacional Cencosud, la tercera cadena de retail más grande de América Latina, propiedad del segundo hombre más rico de Chile, Horst Paulmann, le tocan USD 1.850 millones. Mientras que a Antarchile y otras filiales del grupo Angelini, con inversiones en energía, combustible y servicios agrícolas, le corresponden USD 1.670 millones de las AFP.
Sobra decir que bajo las AFP, el Sistema de Seguridad Social de Chile no está cumpliendo con el objetivo esencial que cualquier sistema de jubilaciones en el mundo: proteger el esfuerzo de toda una vida de trabajo y garantizar el pago de una pensión justa que permita vivir una vejez digna. Al contrario, las AFP han consolidado una matriz productiva rentista con altos niveles de concentración en pocas manos y, adicionalmente, han dejado por fuera del debate sobre el trabajo la precarización del mercado laboral expresado en el deterioro de los salarios y las condiciones de trabajo formal que, pese al auge de la economía chilena en la última década, mantienen dilatada la brecha de desigualdad entre sus ciudadanos.